Espejito, espejito… ¿cuándo cambiaremos las normas anti ciclistas?

Soy un usuario cotidiano del sistema de bicicletas públicas porteño. Me parece una muy buena política de transporte, más ahora con su ampliación a las 24 horas; ya que genera más viajes en bicicleta y permite a muchos combinar el subte, el colectivo y el tren con una pedaleada. Por eso me sorprendió que todas las bicicletas públicas a las que me subí en las últimas semanas portaran un espejito retrovisor, cuando antes ese implemento era poco frecuente. El espejito que tienen es pequeño, mucho más chico que el espejo de la polvera que solía usar mi abuela en sus últimas coqueterías. La primera vez que lo ví me alegró, pensé que si estaba ahí, si lo habían puesto, tendría que funcionar por lo que me puse a calibrarlo. Luego de algunos minutos logré ver reflejada una imagen de algo que estaba atrás mío, no puedo decir si era un colectivo 180, una ballena, o una ligustrina no importaba, algo se reflejaba y cualquier corrección la haría al andar, como con el espejo del auto. Arranque por Carlos Calvo y a los 100 metros mire por el espejo para sentirme más seguro; pero solo encontre el reflejo blanco de la luz solar. “Mal día para un obsesivo” pensé y me puse a calibrarlo de nuevo con la esperanza de encontrar alguna imagen que me representara todas las amenazas que habría a mis espaldas.

Pero la tarea fue vana e inclusive peligrosa; de tanto mirar el espejito no medí bien una bicicleta de panadería que pasó a mi lado los suficientemente cerca como para sentir el aroma de las medialunas recién horneadas junto al grito de alerta del ciclista panadero. La inutilidad del espejito me trajo la pregunta ¿por qué ahora les pusieron a todas las ecobicis porteñas una espejito retrovisor? ¿Por qué antes no tenían y ahora si? La respuesta me parece haberla encontrado en el Código de Tránsito de la CABA. La norma, en su punto 4.2.4 “Requisitos para ciclorodados” establece el requisito de “un espejo retrovisor colocado en forma tal que permita al conductor ver por lo menos a setenta metros de distancia hacia atrás”. “Entonces el espejito esta para cumplir la norma” y ese pensamiento me llenó de una tranquilidad enorme, tan grande como la inutilidad del instrumento.

Miles de ciclistas circulan en este momento por todas la ciudad de Buenos Aires sin espejo retrovisor y sin que esto afecte seriamente su seguridad, como si sucede con los vehículos a motor. Sin embargo, en sentido estricto, todos ellos serían infractores al código de tránsito… La situación se repite a nivel nacional. La Ley Nro. 24449 de tránsito y seguridad vial en su artículo 7, establece entre otros requisitos para circular en bicicleta, que el ciclista no use ropa suelta, preferentemente de colores claros y utilice calzado que se afirme con seguridad a los pedales; guardabarros sobre ambas ruedas; y obviamente; espejos retrovisores en ambos lados. ¿Cómo convencer a los ciclistas de que usen ropa ajustada y clara y que se pongan zapatos que se afirmen a los pedales? ¿Habría que pedir un scanner que inhiba a los hombres trajeados de azul subirse a la bici? ¿Que harán los ciclistas metaleros con sus negras camperas de jean? ¿Bajaran los agentes de tránsito a las chicas con tacos? Y los futuros campeones ¿dejarán de entrenar en sus bicis ruteras por la ausencia del guardabarros?

Un interesante análisis que realizó la Asociación de Ciclistas Urbanos sobre la ley nacional concluye que el texto impone obligatoriedades en materia de elementos de seguridad sin ningún rigor técnico, generando pérdidas de derechos en los usuarios, y complejidad de interpretación para la fabricación y comercialización de los elementos de seguridad. Esta conclusión puede aplicarse a la mayoría de las normas locales que regulan el andar de la bici en el tránsito donde los requisitos para la circulación suelen homologarse a los de vehículos de mayor porte y velocidad ¿No será hora de empezar a cambiar estas normas por otras que reflejen con claridad las verdaderas necesidades de los ciclistas en vez de convertirlos en infractores? Legislaciones torpemente restrictivas contra los ciclistas atentan contra el fomento del ciclismo urbano, señala el BID en su informe sobre ciclismo urbano en América Latina y lo saben la mayoría de los ciclistas que pedalean en las ciudades argentinas. Ya es tiempo de tener leyes que sean coherentes con la revolución que la bicicleta está produciendo en las ciudades argentinas y de que los ciclistas se empiecen a organizar para pedirlas.